domingo, 30 de agosto de 2009

Eros, Tánatos y el Humor

La Muerte y el Amor son las dos fuerzas más poderosas de le existencia humana. Aunque a simple vista pudiera ser imperceptible, ésta es una idea muy freudiana. Ambos elementos están directamente anudados a la formación de libido, esa energía que habita en el ser humano, construyendo una conflictiva vecindad con la razón, aquella diosa prostituta de la cual, pese a ser conscientes de sus limitaciones y vicios, tenemos el desparpajo de jactarnos. Libido es precisamente el concepto que aglutina la multitud de motivos por los que llamarnos animales racionales, responde únicamente a una especie de estratagema publicitaria para vendernos la idea de que “estamos bien”. Somos presas del deseo y como retaliación, encontramos encantador ser los victimarios del otro, procurando no notar nunca que ese otro no es otra cosa que una construcción imaginaria, parte constitutiva de nosotros mismos. Somos víctimas y verdugos de nuestro propio yo.

El Amor y la Muerte tienen muchas cosas en común. Demasiadas como para hablar mucho de ellas. Sin embargo, la profundidad con la que se puede hablar de una u otra se evidencia en el potencial deconstructivo que goza cada una de las partes. A saber: el producto de llevar a la Muerte a un terreno cómico, es el Humor Negro; el resultado de hacer lo mismo con el Amor es… ¿la comedia romántica? Este segundo efecto es, a mi juicio, causa de mucha de la violencia que existe en el mundo: lo que el Humor le hace al Amor es inflamarlo hasta límites inverosímiles, transformándolo en una mentira más manifiesta , idealista e imposible, de lo que ya era originalmente. El Amor se convierte en parodia de sí mismo, como si no tuviera ya una carga parodial en su esencia misma. Es el amor del imbécil.

El Humor con la Muerte toman un camino distinto. El Humor Negro es casi un ente discursivo propio, siempre dispuesto a arrojarnos rupturas de sentido sobre la Muerte, mientras los limitados humanos procuramos construir un castillo lógico que nos proteja de aquello que viene a amenazarnos con promesas de agujeros, dolor o la “temible” ausencia de vida eterna. Lo interesante es que cuando permitirnos al humor negro derribar las paredes de nuestro castillo, lo disfrutamos ávidamente. Es una muestra, como cualquier otra, de que detrás de la burda razón, la complejidad de la muerte, cuando no altera y angustia, encanta y complejiza. O talvez lo primero sea causa de lo segundo. El punto es que el Humor Negro, ese resultado de las entrañas jugadas en la no lógica, en los territorios incautados al sentido, permite la construcción de una perspectiva sobre la vida que si acaso no es más correcta, sí es admisible como muchísimo más realista e inteligente que la que pueda extraerse de una línea de pensamiento basada en una pinche comedia romántica.

viernes, 1 de mayo de 2009

Kill City sin Batman

Guayaquil se parece mucho a Gótica, la célebre urbe que acoge a Batman, uno de los superhéroes más conocidos de entre los que habitan el Olimpo de esa mitología contemporánea a la que se la conoce como el Mundo del Cómic.

Las similitudes entre ambos espacios urbanos se pueden observar en las películas dedicadas al hombre murciélago. Gótica es una ciudad oscura, extraña mezcla entre lo decadente y lo nuevo; vacía (¿vaciada?) de sentido, da la impresión de que sus “regeneradas” paredes son de cartón.

Y de personajes célebres, ni se diga. El admirable Guasón del último film de Batman realiza una reflexión sorprendentemente precisa sobre su ciudad y sobre sí mismo: “¿Parezco una persona que hace planes?, dice el adorable y perverso criminal, comprendiendo que las autoridades de Gótica, junto con Batman, son los que planifican, registran, controlan y disciplinan todo en la ciudad. El producto final de esta operación socialmente asfixiante, es la pérdida de libertades y la proliferación de engendros criminales de toda índole. Lección de vida desde Gótica: la mera presión policial sobre los espacios de inseguridad, solo fomenta la creatividad entre los delincuentes y el miedo entre los habitantes de una ciudad amordazada.

No sería errado pensar además que lo que más fastidio produce en las autoridades locales respecto a los altos índices de inseguridad en nuestra versión de Gótica, es que aquella realidad obliga a los ciudadanos a despertar del soporífero estado de superficialidad al que nos empuja la vacuidad de nuestros espacios públicos. Son tiempos en los que la modernidad se ha diluido, y ya no nos importa nuestro bien ganado derecho a pensar por nosotros mismos, sino que por el contrario, exigimos que el otro, la Ley, “nos dé pensando”, tal como lo especifica el fabuloso Homero Simpson: “Lisa, la democracia sirve para elegir a gobernantes que piensen por nosotros”.

 Hacer que la gente se responsabilice de sus propias decisiones es un ejercicio incómodo e impopular entre los ciudadanos, quienes lo último que quieren escuchar es que su ciudad no es suya, sino de las autoridades (cuando no de los delincuentes); o que los altos índices de inseguridad responden a la renuncia generalizada de la apropiación popular de los espacios públicos.

¿Y Batman? Aparte de las reflexiones del Guasón sobre cómo él mismo sólo puede existir como antítesis de ese ardiente afán del superhéroe por controlarlo todo, podríamos recordar lo que se termina  diciendo sobre el Caballero de la noche: “Batman no es el héroe que necesitamos, sino el que merecemos”.

¿Será casualidad que dicha frase se ajuste tan bien al popular refrán “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”? En Guayaquil y en Gótica, reconocer la certeza de aquella frase, bien podría sumirnos en la más profunda melancolía; no obstante, reflexionar sobre nuestra mediocridad como ciudadanos y nuestra inoperancia como seres humanos desarticulados de alguna especie de comunidad, podría hacernos despertar, pese a que lo único que nos mueva a ello, sea la indignación. Guayaquil, con o sin Batman, debe hacerse cargo de sí misma. 

domingo, 5 de abril de 2009

Lovecraft y Cronenberg: dos dimensiones del terror sobre el cuerpo.





Es particularmente complicado encontrar las relaciones y contradicciones en la forma en que estos dos autores manejan el terror dentro de la literatura y el cine.
Howard Phillips Lovecraft intenta sumergir al lector en relatos en los que lo siniestro se oculta tras el velo de lo innombrable, quedando totalmente fuera del alcance del sujeto toda significación posible de la causa del miedo. Significaciones que tocan incluso el aspecto físico (entidades sobrenaturales fuera del tiempo y el espacio, por tanto incognoscibles y potencialmente todopoderosos). Se trata de un terror de extroversión, una angustia proveniente de la idea de que hay algo intocable que puede emerger en cualquier instante sin que tengamos control alguno sobre ello. El horror proviene, inevitablemente, de la existencia de un gran Otro. Y solo se puede descubrir la existencia misma de este gran Otro acechante, en base a la tradición, a la leyenda, al mito.


David Cronenberg maneja un concepto diametralmente opuesto. El terror que él maneja no proviene de elementos simbólicos desanudados o exacerbados a través de la creencia en un gran Otro acechante, sino del interior mismo de la conformación más “concreta” de la que puede el sujeto adherirse: el propio cuerpo. El terror que emana de la fragilidad de la carne y su casi infinita capacidad de mutación, transformación y sometimiento. El cuerpo se vuelve no solo un lienzo sobre el cual plasmar un síntoma, una fijación; se vuelve, más precisamente, un objeto insoportable, con cargas libidinales que jamás se convertirán en palabra. El terror en Cronenberg realiza un movimiento doble de introversión. Se genera en el trauma del cuerpo y este trauma a su vez, al ser aprehendido por el sujeto, genera una nueva corriente bizarra de goce que requiere un nuevo objeto para ser saciado. Un nuevo cuerpo, o un cuerpo mejor, en todo caso. Aunque está claro: mejor no significa más bello, sino más efectivo.
¿Efectivo para qué? ¿Para mostrar? ¿Para trabajar? ¿Para gozar? Yo apostaría a lo tercero.



No obstante, parece haber un nexo entre las formas de terror que ambos autores manejan. El manejo de presencia/ausencia del “cuerpo del terror” es la función por la cual ambos autores deconstruyen la realidad simbólica de sus lectores/espec- tadores.

Este cuerpo, totalmente ausente en un caso, excesivamente presente en el otro, es el condicionante del goce que se pone en juego durante la experiencia literaria o cinéfila. Y al hablar de esto podemos imaginarnos que estamos mirando los dos extremos de un arco. 
¿Qué es el exceso de presencia de un cuerpo, sino la ausencia de cualquier otro cuerpo posible? Y el terror ante la ausencia de un cuerpo en la realidad, ¿no es acaso la indicación más precisa de que la indeterminación y falta de saberes (¿o del saber en falta?) sobre ese espacio que transitamos cotidianamente y damos por conocido, es siempre sujeto de las proyecciones fantasmáticas más terribles, grotescas, poderosas y excesivas? 


Pequeños rufianes

Tres asaltantes de piel canela son presentados como responsables de una serie de delitos. El veredicto social llega mucho antes que el legal, lo que convierte al juicio en una mera formalidad para encerrar a estos malvados seres. En otra parte de la ciudad, son apresados tres jóvenes blancos de clase alta. Nadie se lo explica. Deben estar locos. Deben realizárseles una serie de evaluaciones psicológicas.


Muchos ecuatorianos recibimos el año con la noticia de que un trío de jovencitos de clase alta fueron apresados por haber sido hallados in fraganti robando una residencia en Ceibos Norte. Lo que en un principio tenía pinta de pasar desapercibido para los medios de comunicación, se volvió un fenómeno mediático de regulares proporciones. Salvo por la dudosa ausencia del interesante suceso en los noticieros de Teleamazonas, todos los canales restantes se hicieron eco de la novedad. 



El suceso tiene un toque “vendedor”, piensan los directores de noticias. ¿Por qué resulta llamativo? El hecho de que el imaginario urbano se vea terriblemente golpeado por la presentación pública de un grupo de jóvenes de clase alta que fueron hallados robando, debería encender luces de alarma sobre nuestros prejuicios.

A menudo damos por hecho cosas que suponemos son lógicas, cuando simplemente se sostienen en creencias. Éstas, por definición, no son racionales. La perspectiva porteña de la delincuencia responde a esta falsa dialéctica y de ahí parten una serie de conceptos deformes que impiden un real tratamiento del problema de la inseguridad. Esto quiere decir que, sosteniendo los arcaicos ideales y prejuicios propios del guayaco, hacer que los habitantes porteños comprendamos la verdadera lógica del auge delictivo, resulta tan complicado como enseñarle física nuclear a un perro.  


Creemos, por ejemplo, que debe resultarnos sorprendente ver que personas de clase alta, educados en instituciones -cuestionablemente- prestigiosas y sin ninguna necesidad básica insatisfecha, se dediquen al robo de domicilios de personas que fácilmente podrían formar parte de su círculo social. Habría que preguntarse por qué esto debería resultarnos tan sorprendente. Podríamos terminar descubriendo que aquel asombro tiene tan poco sentido, como aquel ridículo pensamiento de que un buen candidato presidencial es aquel que tiene muchos millones en su cuenta bancaria y, por lo tanto, ya no tendría motivo alguno para robarse el tan conocido y manoseado “dinero de los pobres”. Bajo esta premisa, el más grande explotador y evasor de impuestos de nuestro país estuvo cerca de alcanzar la presidencia en varias ocasiones.

Nunca he conocido a alguien que tenga suficiente. Tal vez es parte de la naturaleza humana ambicionar, desear siempre más de lo que se tiene. Lo que en realidad nos debería sorprender del caso de la banda de pelucones, es que los susodichos niños de clase alta hayan sido capturados y procesados. Seamos honestos y reconozcamos que no es normal que gente pudiente termine tras las rejas. ¿Falta de contactos? Es posible. ¿Honestidad de parte de los policías y jueces implicados? Poco probable, pero puede ser.

En todo caso, ahí estaban los muchachos, graduados en colegios carísimos y, por lo tanto de gran calidad (he aquí otro prejuicio guayaco).  Ahí estuvo también su abogado, apelando a la enfermedad mental como estrategia para salvar a sus clientes. También hubo psicólogos y psiquiatras en venta,  dispuestos a dar por firmada la inestabilidad emocional y consecuente inocencia de los jóvenes pre-convictos.

La excusa de la enfermedad mental no funcionó en este caso, a diferencia de lo que normalmente ocurre en países desarrollados. Recordemos a Lorena Bobbit, la ecuatoriana más célebre de los años 90, conocida por haber sido declarada inocente en el juicio que se llevó en su contra tras la creatividad mostrada en el castigo a su abusador esposo: en esa ocasión, pese a que Lorena cortó el miembro de su marido mientras dormía, lanzándolo posteriormente bajo un puente, la oriunda de Bucay consiguió que su excelente staff de abogados, en complicidad con la opinión pública, consiguieran que el jurado considerase que sufrió un episodio de “locura temporal”, por lo cual quedaba totalmente exonerada de toda responsabilidad sobre sus actos.


¿Acaso la defensa planteada por el abogado de los delincuentes pelucones fracasó por lo retrógrado del pensamiento local sobre la importancia del tema psicológico, y no por lo ridículo que resulta suponer que el comportamiento antisocial tiene una excusa psicológica que demanda una exoneración de culpas? ¿Es factible que un sistema judicial permita la sola posibilidad de que personas de clase alta o de raza blanca que delinquen puedan ser deslindadas de responsabilidad por la vía de la valoración psicológica, mientras que los negros de clase baja son valorados siempre como culpables a menos que se demuestre lo contrario?



Sáquense eso de la cabeza. Los individuos que más les han robado en su vida, tienden a ser blancos, viven en ciudadelas exclusivas, son entrevistados en los noticieros y jamás se encontrarán con ellos en una buseta. No se sorprendan si mañana, producto de la curiosidad, esos habituales delincuentes de escritorio dejan sus despachos, donde hacen el trabajo sucio vía blackberry, prefieran empuñar un arma y apuntarles a la cabeza, solo para saber qué se siente. No hay drama. Es lo mismo de siempre pero en otra modalidad. 

sábado, 4 de abril de 2009

Analgésica Posmodernidad

Una estudiante de colegio reflexionaba en clase. No comprendía por qué su profesor trataba de mostrarle la importancia de conocer si la esencia de un objeto está en su nombre, en sus características físicas, en el concepto en sí, o en algún otro lugar.

No es sencillo para un adolescente reconocer la importancia que esto tiene para su vida. Para empezar, nadie le enseñó jamás que el hecho de que alguien se haya preguntado eso hace algunos cientos de años, permitió que se eduque, que pueda leer, que tenga acceso a internet, celular, iPod, electricidad, música de cualquier parte del mundo y libertad de credo.

Por otro lado, no podemos culpar del todo a los adolescentes. Pasamos todo el tiempo publicitándoles una vida feliz y sin complicaciones, por lo que no resulta muy coherente con el discurso de la época, andar por ahí preocupándolos por la importancia de saber dónde está la esencia de una silla, de un gato o de un ser humano.

El gran proyecto de la época actual es evitar a toda costa los eventos o situaciones traumáticas, y de no lograrlo, se proponen mil soluciones que dejarán las cosas como si nada hubiera ocurrido. “Con ello se crea gente feliz”, parecen vociferar la caja tonta y las páginas de los diarios. Por ello, es preferible evitar que los ciudadanos se enfrenten a la incómoda tarea de analizar o elaborar críticas.

En este mundo, la crítica es una afrenta personal, una ofensa descarada. La tolerancia hace gala de sus excesos en todo medio de comunicación, donde la única opinión crítica válida es la que sostiene políticamente los argumentos del propietario de la empresa, o la que consigue algo de rating a costa de la privacidad de una que otra “estrella” del cada vez más ridículo jet set local. Fuera de ello, todo evento artístico o intelectual, toda cobertura noticiosa, toda obra municipal o estatal, deben forzosamente estar cubiertas con el velo de lo bonito.

Si alguien critica cualquier detalle de la labor del alcalde de Guayaquil, se convierte en correísta. Si lo criticado es la gestión del presidente Correa, uno se transforma mágicamente en socialcristiano. Así de maniqueístas somos, y ello configura el derrotero de toda intención de producir ciudadanía. Sin la crítica, todo proyecto intelectual, social, artístico o político, se convierte en un proceso de alienación y adoctrinamiento, o en un estéril ejercicio masturbatorio y narcisista condenado a la mediocridad.

Habría que aprender a sospechar de todo aquello que no se critica jamás. Lo único que hace que algo esté exento de opiniones negativas, es la injerencia de intenciones oscuras. La simplificación de las experiencias de vida resulta la más artificial y trágica de las invenciones humanas.

Mientras tanto, esperemos que la adolescente mencionada al inicio, comprenda algún día, que si ya no está condenada a que su única razón para existir sea engendrar la mayor cantidad de críos posible, es porque alguien alguna vez se hizo una pregunta: ¿dónde está la esencia?


viernes, 16 de enero de 2009

La frágil cordura ciudadana

Son las 10h00. En el pabellón infanto juvenil del hospital psiquiátrico, una niña que aparenta unos diez años grita y llora desesperada desde una cama de la habitación de mujeres. Dos estudiantes que realizan prácticas en el lugar se acercan a la cama y encuentran a la niña atada de pies y manos con retazos de tela.

 

Tratan de tranquilizarla. El infructuoso intento deja a los estudiantes con una sensación de impotencia que toma matices de morbo. De pronto, una enfermera del lugar se acerca, y sin que se le pida explicación alguna, se dirige a los estudiantes diciendo: “lo que pasa ES QUE…”

 

“ES QUE”, en nuestros tiempos, es un anuncio de que las cosas no pueden terminar bien. En efecto, la enfermera brinda una fresca explicación: “es que ella se sale del pabellón, se va a pedir plata por el hospital y luego con eso se compra golosinas, y por eso no almuerza. Entonces, para evitar que eso pase, la amarramos hasta la hora del almuerzo”.

 

Exceso de realidad para los bien intencionados estudiantes o no, ambos se descubren comprendiendo las razones de la enfermera, cuando piensan en las voces cantantes de su país, de su ciudad. Es que en tv un señor dijo que si la constitución se aprueba los “miserables” homosexuales van a adoptar niños. Es que en el sermón del domingo el curita dijo que vote por el no. Es que en el malecón se reserva el derecho de admisión para que no vaya a entrar esa gente que da miedo, o que toca guitarra, o que se quiere mucho.

 

Para colmo, por ahí anda un psiquiatra tratando de diagnosticar al presidente de manera pública, sin jamás haber tenido una entrevista con él, incurriendo en dos o tres atentados a la ética profesional. No es casual que el pabellón del psiquiátrico del que inicialmente hablé, lleve su nombre.

 

Las imposiciones culturales, usualmente implementadas en muchos niveles y desde varias instituciones (iglesia, municipio, estado, corporaciones, unidades educativas, etc.), irrumpen en la vida de los ciudadanos de manera aparentemente arbitraria; la verdad es que responden a una lógica utilitarista cuyo fin jamás ha sido crear ciudadanía, sino lo contrario: promover la obediencia ciega.

 

El problema central es el miedo. Por el lado del poder establecido, resulta aterradora la idea de que los sujetos tomen conciencia de su papel en el lugar que habitan y se atrevan a producir reflexiones propias respecto a la realidad que los rodea; por el lado de los habitantes, lo paralizante es que ante el hipotético desembarazo del discurso de los amos (religiosos, políticos, ideológicos), la idea de ser responsables de sus propios destinos por primera vez, resulta angustiante.

 

Con ayuda de los medios, los caudillos de la opinión pública no tienen dificultad alguna en dirigir la voluntad popular a control remoto. Basta con infundir periódicas dosis de terror en los individuos,  para tener a todo un país atado a una cama, amordazado, solamente para que no vaya a buscar “alguna golosina” que trascienda las fronteras de lo que es necesario y alcance los linderos de lo que es justo.

lunes, 5 de enero de 2009

Recordando a Mr. Bush

El día 20 de enero de 2009, muchos ciudadanos del mundo festejaremos el final de una de las eras políticas más oscuras que recuerde la historia contemporánea. Si se nos antojara ponernos fatalistas, podríamos decir que vivimos épocas de oscurantismo, cuando el mundo fue dirigido por un presidente que no ganó las elecciones de los Estados Unidos (recordemos el fraude con el cual "venció" a Al Gore en las urnas). No conformes con esto, los estadounidenses lo reeligieron, aquella vez sí con sobra de margen de votación, lo cual no hizo otra cosa que afianzar aquella sabia creencia popular de que la estupidez humana no tiene límites. Esto de por sí ya es un poderoso argumento para esgrimir el peor de los resentimientos hacia los estadounidenses; no obstante, para que no quede duda, el chico problema de George padre y Barbara, se dedicó a hacerse mala fama en el mundo, invadiendo países con justificaciones falsas y dilapidando el dinero de los contribuyentes de su propio país para favorecer las empresas de sus corruptos amiguetes.  

Pero ahora, medio arrepentidos por los excesos cometidos, inmersos en una de las peores crisis económicas mundiales de la historia, siendo odiados en todo el planeta, aunque igual de descerebrados por la tv que en tiempos de Nixon, los estadounidenses han elegido a un presidente demócrata mulato. Sin guardar demasiadas expectativas alreadedor del carismático personaje, Considero que hay poquísimas cosas que pueden ser peores que el accidente de la naturaleza que ocupó durante ocho años el sillón de la Sala Oval. 

Es necesario no olvidar quién es George W. Bush. No podemos darnos el lujo de borrarlo de nuestra memoria y seguir con nuestras vidas; aquello nos condenaría a la indiscriminada repetición de los tropiezos que nos han colocado donde estamos ahora. Por ello, incluyo en este post, a manera de homenaje, algunas de las frases más célebres que nos deja este líder mundial. El balance final nos hace pensar que la lección es que no importa que sufras retardo mental y problemas con el acohol, puedes llegar alto si tu familia tiene suficiente dinero y poder. Salud por eso, W.

SUS GRANDES REFLEXIONES FILOSOFICAS:

«Si no hacemos la guerra, corremos el riesgo de fracasar»

«El futuro será mejor mañana»

«Un número bajo de votantes es una indicación de que menos personas están yendo a votar»

«Personas que son realmente muy extrañas pueden asumir posiciones clave y provocar un terrible impacto en la Historia»


SUS PALABRAS HACIA LOS PERIODISTAS:

«Debería preguntarle al que me hizo la pregunta. No tuve oportunidad de preguntarle al que me hizo la pregunta. ¿De qué pregunta se trata?»

«Pienso que si usted sabe lo que cree, será mucho más fácil responder a su pregunta. No puedo responder a su pregunta»

«Cuando me preguntaron quién provocó la revuelta y las muertes en Los Angeles, mi respuesta fue directa y simple: ¿A quién debemos culpar por la revuelta? A Los revoltosos. Los revoltosos son los culpables. ¿A quién debemos culpar por las muertes? Los que mataron son los culpables»

SUS TEORIAS POLITICAS:

«La ilegitimidad es algo de lo que tenemos que hablar en términos de no tenerla»

«Creo que estamos en un camino IRREVERSIBLE hacia más libertad y democracia. Pero las cosas pueden cambiar»

«Estoy atento no sólo a preservar el poder ejecutivo para mí, sino también para mis predecesores»

«Estamos empeñados en trabajar con ambas partes para llevar el nivel de terror a un nivel aceptable para ambas partes»

«Sé que en Washington hay muchas ambiciones. Es natural. Pero espero que los ambiciosos se den cuenta de que es más fácil triunfar con un éxito que con un fracaso»

«Es importante entender que hay más intercambios comerciales que comercio»

«Nosotros vamos a tener el pueblo americano mejor ilustrado del mundo»

«Nosotros estamos preparados para cualquier imprevisto que pueda ocurrir, o no»


SUS IDEAS SOBRE LA EDUCACION:

«Quiero que se diga que la Administración Bush está orientada al resultado, porque creo en el resultado de focalizar la propia atención y energía en la educación de los niños en la lectura, porque tenemos un sistema educativo atento a los niños y a sus padres, más que mirar a un sistema que rechaza el cambio y que hará de América lo que queremos que sea, un país de gente que sabe leer y que sabe esperar»

«El sistema de educación pública es uno de los fundamentos de nuestra democracia. Después de todo, es donde los niños de América aprenden a ser ciudadanos responsables, y aprenden las habilidades necesarias para aprovechar las ventajas de nuestra sociedad oportunista»

SU VISIÓN DE LA CIENCIA:

«El gas natural es hemisférico. Me gusta llamarle hemisférico en la naturaleza, porque es el producto que podemos encontrar en el vecindario»

«Sé que los seres humanos y los peces podrán coexistir en paz»

«Para la NASA, el espacio aún es alta prioridad»

«Es tiempo para la raza humana de entrar en el sistema solar»


SU POLITICA DE ASUNTOS EXTERIORES:

«Hemos perdido mucho tiempo hablando de Africa con justicia. Africa es una nación que sufre una increíble enfermedad»

«He hablado con Vicente Fox, el nuevo presidente de México, para tener petróleo que enviar a Estados Unidos. Así no dependeremos del petróleo extranjero»

«El problema de los franceses es que no tienen una palabra para entrepreneur».

«¿Ustedes también tienen negros?» (Al presidente brasileño Fernando Cardoso)

«Después de todo, hace una semana, Yasir Arafat estuvo asediado en su palacio de Ramala, un palacio lleno claramente de pacifistas alemanes y de todo ese tipo de gente. Ahora, se han ido. Ahora, Arafat es libre de mostrar su liderazgo, de gobernar el mundo»

«Muchas de nuestras importaciones vienen de ultramar»

«Entiendo que la agitación en Oriente Próximo crea agitación en toda la región»

«Mi viaje a Asia comienza en Japón por una razón importante. Comienza aquí porque desde hace siglo y medio América y Japón han formado una de las mayores y más duraderas alianzas de los tiempos modernos. De esta alianza salió una era de paz en el Pacífico» (Que nadie le mencione la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, o Pearl Harbor)

«La gran mayoría de nuestras importaciones vienen de fuera del país»

«El Holocausto fue un período obsceno en la Historia de nuestra nación. Quiero decir, en la Historia de este Siglo. Pero todos vivimos en este siglo. Yo no viví en ese siglo»