lunes, 2 de agosto de 2010

Sobre el arte de confundir cámaras fotográficas con lanzamisiles

Hace poco conocí de la existencia de Wikileaks (en español, acá). Se trata de una página web que recoje miles de datos que de una u otra forma se filtran desde los organismos de seguridad más importantes y complejos de Estados Unidos, y que ponen en evidencia las prácticas criminales que se realizan mediante intervenciones militares, ya sea de manera aislada, o como respuesta a políticas oficiales ocultas, que ponen de manifiesto lo que ya se sabe: la aplicación prolija de un terrorismo de estado que, a veces sí y a veces no, se corresponde con los intereses corporativistas de sociedades anónimas en todo el sentido de la palabra.

Pues bueno, el siguiente video corresponde a uno de los más célebres productos de la ardua tarea de Wikileaks. En él pueden observar en primera persona el proceso por el cual un desequilibrado muchachito con tecnología de punta y muchas balas, se vuelve un asesino de periodistas y civiles en Irak. El asunto parece causar gracia a sus compañeros.





No tengo mucho más que decir al respecto. En caso de que sean ustedes un poco como yo, lamento haberles amargado el día y a lo mejor la existencia en perpetuidad.

Divagaciones primitivas de un bloggero poco comprometido.


Cuánto tiempo ha pasado desde mi último post. Lo digo así, sin signos de admiración. Quienes me conocen saben que cuando hablo, pocas cosas se escuchan como si estuvieran entre signos de admiración.

Hoy revisaba el blog de un buen amigo, Paquito (http://callateygrita.wordpress.com) y descubrí con cierto horror que él me había incluido un link al mío. Me he puesto un poco ansioso, porque digo, luego de ver lo que Paquito muestra y la periodicidad con la que se manifiesta, uno sólo puede sentirse un perezoso o un esclavo.

¿Por qué le doy tan poco uso a este mediocre blog?

Qué se yo. A veces mis ansias de decir son aplacadas con buenas conversaciones entre los amigos. A veces sencillamente no hay tiempo. A veces me olvido la contraseña de mi cuenta y mientras recurro al sencillo proceso de restablecimiento de contraseña, ya se me olvida lo que tenía ganas de escribir. Mi blog es una muestra perfecta de la levedad con la que actúo en el leve mundo del interné.

Y sí, algo de posmoderno tengo. A lo mejor por eso me gusta despotricar contra la posmodernidad. Lo hago en buen plan, como aquel que se burla cariñosamente de las características propias que uno ve reflejadas en el amigo.

En todo caso, procuraré escribir de vez en cuando, por si acaso, en caso de que quienes tomen la equivocada decisión de aparecer por acá, se encuentren algo en qué matar un poco de su tiempo. Pero como en muchos otros aspectos de mi vida -social-, no prometo nada.

Ahora mismo tengo en la cabeza unas cuantas ideas. Un desdichado psiquiatra que en entrevista al mayor diario nacional, señala que él puede hacer perfiles psicológicos de cualquier figura pública sin autorización de éstas. Guardo aún entre mis orejas los sonidos e imágenes que me regaló anoche el grupo Triciclo, en un experimento audiovisual ambicioso y fascinante. Tengo dudas de por qué el tributo a Sabina y Paez al que acudí anoche me bajoneó mientras todo el mundo saltaba sobre sus mesas. En fin, me asaltan una multitud de ideas, preocupaciones personales que se cruzan con alguna que otra cuestión de interés para unos cuantos más.

Ya pasará la inquietud. Ya volverá la calma. Mientras tanto, aprovecho.